
Medio mundo taurino anda hablando de la polémica Puerta del Príncipe de El Juli.
Ayer al menos se vio torear (eso dicen algunos que hizo Julián) y se disfrutó de una interesante tarde de toros de la mano del madrileño.
Pero si hay algo que me ha gustado de verdad del canal plus TOROS en estos días es la entrevista al maestro Manolo Cortés.
Una entrevista entrañable, bonita, sincera.
Fue un torero del que mi abuelo me habló muchísimo y que siempre me recordaba una tarde que disfrutó de su arte ante una corrida de Miura en Valencia.
En la entrevista, ha sido un placer escucharle.
Un torero de los denominados artistas que decía que ante todo hay que enseñarle al toro a embestir y que la lidia es más importante de lo que parece.
El maestro hablaba de faenas importantes, entre las que se encontraban toros de Miura, Urquijo, Samuel Flores, Palha y Victorinos entre otros, como lo hacen ahora los toreros artistas, vaya.
Manolo Cortés tuvo unos inicios en los que nadie le enseñó a torear. El maestro se fijaba en los grandes toreros cuando iba a los tentaderos porque no tenía dinero para verlos en la plaza y fue así en el campo, donde se impregnó de las tauromaquias más importantes de su tiempo, entre toreros de la talla de Rafael Ortega, Ordóñez, Camino y Puerta, casi ná. En los que como él mismo decía, ellos eran dioses del toreo.
Daba gusto oirle hablar de aquella rivalidad, de aquellos tiempos en los que si alguien quería ser torero las pasaba putas y se ganaba con sangre y sudor la próxima actuación.
Su problema dicen que siempre fue la facilidad y una mala espada, aparte de dos cornalones en Castellón y Madrid.
Y es que, al igual que otros grandes maestros sevillanos, para lucirse, "primero hay que poder al toro". Llega entonces la cadencia, el temple y el reconocerse en la suerte, porque "antes de dar un capotazo o un trincherazo yo lo vivía y me emocionaba".
Cuanto echo de menos tipos así hoy en día.