jueves, 10 de diciembre de 2009
Hernández Plá y ¨Guitarrero¨.
El doce de mayo de 2002, en la plaza de Las Ventas y recién comenzada la feria de San Isidro, veinte minutos después de saliera por la puerta de toriles, Guitarrero era paseado por el tiro de mulillas en una vuelta al ruedo clamorosa. Cuando al bravo toro de “Hernández Plá” le daban la vuelta al ruedo, a su criador, José Antonio Hernández Tabernilla, con el rostro demudado por la emoción, se le salían las lágrimas a borbotones: “sentí un nudo en la garganta que me produjo la lógica emoción y por qué no decirlo, lágrimas en los ojos que reflejaban la lucha que llevamos los ganaderos por lidiar un toro así”, nos dice Tabernilla.
“La ganadería, que no es una regla exacta”, es como una caja de pandora donde las ilusiones se vierten o contienen. Comenzando por las tientas, donde se encuentra la virtud de tener un laboratorio de pruebas, en las que se comienza a amasar la casta y la bravura de los machos y de las hembras tentadas para formar la solución perfecta. Así, el juego dado por la madre de Guitarrero, “la Guitarrera, fue magnífico; mientras que el padre, Estanquero, un semental que tentamos ya hace tiempo, fue extraordinario”, concluye el ganadero.
Hernández Tabernilla recuerda sin tener que tirar de notas, de manera ordenada y rápida, fotograma a fotograma, al padre y a la madre, y la suerte que tuvieron con Guitarrero: “nosotros, que tenemos la costumbre de cambiar los sementales, hemos tenido la experiencia con otro Guitarrero, lidiado este año, cuya madre era la misma, pero el padre no, y mira por donde ha sido un toro normal, ni bueno ni malo. Qué quiere decir esto, que la vaca con el semental que ligó de verdad fue con el Estanquero (padre de Guitarrero)”.
Foto de ¨Manon¨.
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