martes, 29 de diciembre de 2009
La importancia de ver o no ver.
Saben todos los aficionados a los toros la importancia que siempre ha tenido la llamada suerte de varas que, más parece una ' suerte' desgraciada para la mayoría de los espectadores que van a los toros. Suerte (en el toreo se denomina suerte a los distintos tercios de la lidia) la de varas que sirve para comprobar la bravura del toro, tema importantísimo, descongestionarlo, ahormarlo y dejarlo en condiciones óptimas para el resto de la lidia. El toro, digan lo que digan detractores y demás, es el tótem por excelencia desde la mitología y su transformación dentro del cristianismo, con siglos y milenios a sus espaldas. Rito, además de mito, sacrificio pagano, espectáculo de riesgo. Vida o muerte en un círculo de cincuenta metros donde la inteligencia (no son simios los toros) se enfrenta a la fuerza seis veces superior a la del hombre.
Los peores enemigos del toro son los que se ponen delante, son humanos y bien puede ser el motivo del deterioro actual de la fiesta de los toros, donde un pequeño reducto de aficionados lucha sin cesar y con escasa suerte, contra los fraudes al espectáculo que les ha hecho ricos.
El más generalizado es la disminución artificial de las defensas de los morlacos, lo que llamamos afeitado. Otro fraude de más reciente invento es el de la droga, desmentida hasta hace pocas temporadas y tímidamente aceptada como tranquilizantes en los tiempos actuales. Antes se decía en los corrillos eso de los sacos terreros en los riñones de los toros cuando estaban en los corrales de las plazas, ahora el castigo se fundamenta en los fármacos y más adelante, quizás tengamos que tragar con la disminución de la edad de las reses. Ahora se pueden lidiar toros con tres años y once meses por el reglamento (los toros tienen que tener 4 años cumplidos dentro del mes de su nacimiento), no como antes que contaba el año ganadero. Aceptado por decreto lo de la edad, es posible que volvamos pronto a verla rebajada y que los utreros sean, también por decreto ley, toros 'hechos'.
Hay una cuestión, menor para mí, que últimamente está en boca de muchos aficionados y que de antemano es batalla perdida. Ver o no ver al toro. Según el reglamento los caballos de picar deben llevar el ojo derecho tapado. Hace muchos años que les tapan los dos, además de inyectarles dosis de tranquilizantes para que se enteren lo menos posible. Está asumido, como taponarles los oídos, aunque procuran hacerlo sin 'ruidos'. Curiosamente lo de taparles los dos ojos en lugar de uno como indica el Reglamento no termina de aceptarlo el aficionado y curiosamente no se sanciona en plaza alguna, que yo sepa, salvo en nuestra Comunidad, que será de las pocas que lucha contra el fraude establecido y generalizado. Somos, quizás, la excepción de la regla.
Todos los años hay sanciones a picadores por el tema. Todos los años hay problemas y amenazas de suspender la feria. Creo que el reglamento cambiará el artículo a falta leve lo que es grave en el actual. Habiendo otras cosas más importantes que tapar uno o los dos ojos al equino se convierte en algo intrascendente. Será para despistar.
Texto extraido de:Tesis de la bravura.
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1 comentario:
Esta “moda” de taparles los ojos y taponarles los oídos es de esas cosas que no se les suele dar importancia …hasta que pasa algo. Recientemente tuvimos un claro ejemplo de ello y con la plaza de Las Ventas abarrotada, en plena feria de Otoño, novillada de Montealto. Vimos las consecuencias de una mala lidia y de unos malos profesionales que permitieron que el toro entrara en el lugar inadecuado, al caballo que no debía entrar y ello ante la permisividad del peón que lo guardaba, del mismo picador que lo dejó abandonado a su suerte y, por supuesto, del señor Lechuga, máximo responsable de lo que pasa en el ruedo. Vimos a un caballo huír despavorido de punta a punta de la plaza, romper las tablas y caer desmayado al suelo.
Desgraciadamente no ha sido el único percance de esta índole en la primera plaza del mundo en la temporada pasada. El caballo, al igual que el toro, merece un respeto, ¿alguien ha oído hablar de sanciones al respecto? Yo no, desde luego.
J.Carlos
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